9 de marzo de 2016

Educar en la responsabilidad II

 En una entrada anterior ya os hablamos sobre la responsabilidad, dijimos que es la capacidad de asumir las consecuencias de las acciones y decisiones buscando el bien propio junto al de los demás., también hablamos sobre lo que  podemos exigir a un niño o hasta dónde es capaz de actuar de un modo responsable cuando tiene de 3 a 6 años.


Ahora vamos a hablar de los niños de 6 a 12 años.


¿Cuánto podemos exigir a nuestros hijos según su edad?


Entre 6 y 7 años. Debemos dejarles que  preparen los materiales para realizar una actividad, la mochila o carpeta del cole… siempre con el control de un adulto para evitar olvidos. Comienza a ser capaz de realizar solo, desplazamientos cortos y conocidos. Es capaz de administrar la paga semanal y ser consciente de que si se lo gasta todo, no dispondrá de más dinero hasta la siguiente paga semanal. Prefiere relacionarse con los compañeros de su mismo sexo.

Tiene adquiridas las costumbres sociales del saludo, despedida, agradecimiento…
Les gusta agradar a los que le rodean, tiene el deseo de ser bueno y cuando su conducta no es la adecuada, tienden a culpar a los demás o a las circunstancias. Va adquiriendo la noción de justicia  y comprende las normas morales mediante ejemplos concretos.


A los 8 años. Comienza a adquirir autonomía personal y puede controlar sus impulsos, en función de sus intenciones. Es capaz de organizarse en la distribución del tiempo, del dinero y de los juegos. Todavía precisa alguna supervisión. Se le pueden dar responsabilidades diarias, como preparar el desayuno, bañarse, acudir solo al colegio, etc.

Sabe cuándo y cómo debe obrar en situaciones habituales de su vida. La actuación de las personas adultas es decisiva, dado que si persiste una presión autoritaria el niño se hace dependiente, sumiso y falto de iniciativa. Si, por el contrario, se obra de forma permisiva, el niño se convertirá en una persona caprichosa e irresponsable. Así pues, se hace imprescindible una actitud que favorezca la iniciativa y mantenga la exigencia.

Le atrae el juego colectivo y coopera en grupo. Es capaz de prever las consecuencias de sus actos.


Entre 9 y 11 años. Ya es bastante autónomo en sus intenciones y, por lo tanto, en su responsabilidad.
Suele tener una organización propia para sus materiales, ropas, ahorros...
Puede encargarse de alguna tarea doméstica y debe realizarla con responsabilidad y cierta corrección. Le gusta que se le recompense por la tarea que se le encomienda. Aunque aparezcan rasgos de dependencia, le gusta tomar decisiones y oponerse al adulto con cierta rigidez. Es capaz de elegir con criterios personales. Se hace estricto, exigente y riguroso.

Se identifica con su grupo de amigos en el que cada uno tiene una función asignada y se acata lo que dicta el jefe de la pandilla.

Reconoce lo que hace mal, pero siempre busca excusas, aunque para los demás suele ser muy estricto. Le gusta que le dejen decidir por sí mismo y tiene necesidad de afianzar su yo frente a los demás, de ahí su resistencia a obedecer y su afán de mandar a otros niños menores. Conoce sus posibilidades, decide y reflexiona antes de obrar, aprende de las consecuencias y se siente atraído por los valores morales de justicia, igualdad, sinceridad, bondad, etc.


Entre 11 y 12 años. La influencia de los amigos comienza a ser decisiva y su conducta estará influenciada en gran parte por el comportamiento que observa en sus amigos y amigas o compañeros de clase. Los hermanos y hermanas mayores tienen más influencia sobre ellos que los padres.

Aparece una etapa en la que la crítica suele ser muy frecuente y dirigida hacia sus padres y profesores; no le gusta que le traten de un modo autoritario, como a un niño; reclama autonomía en todas sus decisiones.

Necesita tener amigos y depositar en ellos su confianza; es leal al grupo y su moral es la de sus iguales, a los que imita en la forma de vestir, en los juegos, las aficiones, etc.

Quiere ser como los mayores. Tiene sentido de responsabilidad, trata de cumplir sus obligaciones y se hace más flexible en sus juicios. Su comportamiento es mejor fuera del entorno familiar. Tiene capacidad para valorar lo bueno o malo de sus acciones, puede pensar en las consecuencias, conoce con bastante objetividad sus intenciones y desea obrar por propia iniciativa, aunque se equivoque.



ORIENTACIONES QUE NOS PUEDEN AYUDAR A  CONSEGUIR QUE NUESTROS HIJOS SEAN RESPONSABLES:

  • Buscar ocasiones para alabarles con realismo y precisión.
  • Señalar límites adecuados y concretos a las acciones que no deseas    que repitan tus hijos/hijas.
  • Dejar claras las normas de comportamiento.
  • Reconocer y valorar su esfuerzo, no sólo el resultado final.
  • Transmitir entusiasmo e implicarte en los asuntos e intereses de tus hijos.
  • Comprender que debe desenvolverse solo ante las dificultades y felicitarle cuando las resuelva adecuadamente.
  • Escuchar con paciencia y sin interferencias de televisión, radio, etc, creando un clima de diálogo y confianza.
  • Considerar que vosotros, padre y madre, sois modelos constantes de referencia y que os van a imitar.
  • Favorecer la participación de los hijos e hijas para decidir algunos asuntos y elegir entre posibilidades.
  • Ayudarles a verse de modo realista, reconociendo sus valores y sus dificultades.

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La responsabilidad genera respeto hacia los demás y  hacia uno mismo.


Documento elaborado a partir  de la guía “DESARROLLO DE CONDUCTAS RESPONSABLES” del Gobierno de Navarra.

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