En una entrada anterior ya os
hablamos sobre la responsabilidad, dijimos que es la capacidad de
asumir las consecuencias de las acciones y decisiones buscando el bien propio
junto al de los demás., también hablamos sobre lo que podemos exigir a un niño o hasta dónde es
capaz de actuar de un modo responsable cuando tiene de 3 a 6 años.
Ahora vamos a hablar de los niños de
6 a 12 años.
¿Cuánto podemos exigir a nuestros
hijos según su edad?
Entre 6 y 7 años. Debemos
dejarles que preparen los materiales
para realizar una actividad, la mochila o carpeta del cole… siempre con el
control de un adulto para evitar olvidos. Comienza a ser capaz de realizar
solo, desplazamientos cortos y conocidos. Es capaz de administrar la paga
semanal y ser consciente de que si se lo gasta todo, no dispondrá de más dinero
hasta la siguiente paga semanal. Prefiere relacionarse con los compañeros de su
mismo sexo.
Tiene
adquiridas las costumbres sociales del saludo, despedida, agradecimiento…
Les gusta
agradar a los que le rodean, tiene el deseo de ser bueno y cuando su conducta
no es la adecuada, tienden a culpar a los demás o a las circunstancias. Va
adquiriendo la noción de justicia y
comprende las normas morales mediante ejemplos concretos.
A los 8 años. Comienza a adquirir
autonomía personal y puede controlar sus impulsos, en función de sus
intenciones. Es capaz de organizarse en la distribución del tiempo, del dinero
y de los juegos. Todavía precisa alguna supervisión. Se le pueden dar
responsabilidades diarias, como preparar el desayuno, bañarse, acudir solo al
colegio, etc.
Sabe cuándo y cómo debe obrar en
situaciones habituales de su vida. La actuación de las personas adultas es
decisiva, dado que si persiste una presión autoritaria el niño se hace dependiente,
sumiso y falto de iniciativa. Si, por el contrario, se obra de forma permisiva,
el niño se convertirá en una persona caprichosa e irresponsable. Así pues, se
hace imprescindible una actitud que favorezca la iniciativa y mantenga la
exigencia.
Le atrae el juego colectivo y coopera en
grupo. Es capaz de prever las consecuencias de sus actos.
Entre 9 y 11 años. Ya es bastante autónomo en sus intenciones y,
por lo tanto, en su responsabilidad.
Suele tener una organización propia para
sus materiales, ropas, ahorros...
Puede encargarse de alguna tarea doméstica
y debe realizarla con responsabilidad y cierta corrección. Le gusta que se le
recompense por la tarea que se le encomienda. Aunque aparezcan rasgos de
dependencia, le gusta tomar decisiones y oponerse al adulto con cierta rigidez.
Es capaz de elegir con criterios personales. Se hace estricto, exigente y
riguroso.
Se identifica con su grupo de amigos en el
que cada uno tiene una función asignada y se acata lo que dicta el jefe de la
pandilla.
Reconoce lo que hace mal, pero siempre busca
excusas, aunque para los demás suele ser muy estricto. Le gusta que le dejen
decidir por sí mismo y tiene necesidad de afianzar su yo frente a los demás, de
ahí su resistencia a obedecer y su afán de mandar a otros niños menores. Conoce
sus posibilidades, decide y reflexiona antes de obrar, aprende de las
consecuencias y se siente atraído por los valores morales de justicia, igualdad,
sinceridad, bondad, etc.
Entre 11 y 12 años. La influencia de los amigos comienza a ser
decisiva y su conducta estará influenciada en gran parte por el comportamiento
que observa en sus amigos y amigas o compañeros de clase. Los hermanos y
hermanas mayores tienen más influencia sobre ellos que los padres.
Aparece una etapa en la que la crítica suele ser muy
frecuente y dirigida hacia sus padres y profesores; no le gusta que le traten
de un modo autoritario, como a un niño; reclama autonomía en todas sus decisiones.
Necesita tener amigos y depositar en ellos su confianza;
es leal al grupo y su moral es la de sus iguales, a los que imita en la forma
de vestir, en los juegos, las aficiones, etc.
Quiere ser como los mayores. Tiene sentido de
responsabilidad, trata de cumplir sus obligaciones y se hace más flexible en
sus juicios. Su comportamiento es mejor fuera del entorno familiar. Tiene
capacidad para valorar lo bueno o malo de sus acciones, puede pensar en las
consecuencias, conoce con bastante objetividad sus intenciones y desea obrar
por propia iniciativa, aunque se equivoque.
ORIENTACIONES QUE NOS PUEDEN AYUDAR A CONSEGUIR QUE NUESTROS HIJOS SEAN RESPONSABLES:
- Buscar ocasiones para alabarles con realismo y precisión.
- Señalar límites adecuados y concretos a las acciones que no deseas que repitan tus hijos/hijas.
- Dejar claras las normas de comportamiento.
- Reconocer y valorar su esfuerzo, no sólo el resultado final.
- Transmitir entusiasmo e implicarte en los asuntos e intereses de tus hijos.
- Comprender que debe desenvolverse solo ante las dificultades y felicitarle cuando las resuelva adecuadamente.
- Escuchar con paciencia y sin interferencias de televisión, radio, etc, creando un clima de diálogo y confianza.
- Considerar que vosotros, padre y madre, sois modelos constantes de referencia y que os van a imitar.
- Favorecer la participación de los hijos e hijas para decidir algunos asuntos y elegir entre posibilidades.
- Ayudarles a verse de modo realista, reconociendo sus valores y sus dificultades.
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La responsabilidad genera
respeto hacia los demás y hacia uno
mismo.
Documento elaborado a partir de la guía “DESARROLLO DE CONDUCTAS RESPONSABLES” del Gobierno de Navarra.
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